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Especial vertido de lodo en Hungría

El mayor desastre medioambiental de la historia de Hungría tiñó de rojo 40 kilómetros cuadrados de tierras, acabó con toda forma de vida en varios ríos menores e incluso llegó a amenazar con verter en el Danubio su mezcla de arsénico y metales pesados. Se trata de la catástrofe química más grave de Hungría, declaró el secretario de Estado del Ministerio de Medio Ambiente, Zoltan Illés, presente en Kolontar, una de las localidades afectadas.

Apenas había pasado media hora del mediodía del 4 de octubre cuando un aluvión de barro tóxico sorprendió a los vecinos de Kolontár con una imparable fuerza que derribó casas, arrastró animales domésticos y se cobró la vida de 10 personas, causó heridas a otras 125 y daños económicos calculados en 200 millones de euros. La Oficina de Gestión de Desastres apuntó que 390 residentes tuvieron que ser reubicados temporalmente y 110 fueron rescatados de las poblaciones afectadas.

Kolontár y Devecser fueron las dos localidades más afectadas por la rotura de una balsa de acumulación de lodos propiedad de la fábrica de aluminio MAL.

MAL zrt se estableció en Hungría en 1995 tras la privatización del sector industrial en el país. Desde ese momento no ha parado de crecer adquiriendo el control de otras productoras de aluminio como Ajka alumina plant. Concretamente es en esta planta donde se ha producido el vertido de lodo.

El "lodo rojo”, es un sedimento altamente tóxico y corrosivo derivado de la fabricación de aluminio, que ha afectado a tres municipios al oeste del país. Las lesiones más comunes causadas por el sedimento cáustico son quemaduras en la piel y los ojos, dijo Jozsef Czirner, director del servicio regional de rescate. dicho vertido provocó que el gobierno decretara el estado de alerta en los municipios de Veszprém, Gyor-Moson-Sopron y Vas.

fuente: publico.es

Por la grieta abierta entre los muros norte y oeste se vertieron cerca de un millón de metros cúbicos de lodos corrosivos que impactaron como un tsunami en Kolontár, a apenas un kilómetro, y luego siguieron su curso destructivo.

Mapa poblaciones principalmente afectadas por el vertido:

fuente: greenpeace

En Devecser el derrame inundó unas 400 viviendas y 40 personas debieron ser rescatadas en la cercana Somlovasarhely. En Kolontar el sedimento alcanzó una altura de dos metros.

Varios vehículos de las fuerzas armadas, dos helicópteros y unos 40 soldados fueron enviados para ayudar con las tareas de rescate, dijo la agencia de noticias estatal MTI citando al Ministerio de Defensa.

El pasado 12 de octubre, en Kolontar, los operarios finalizaron la construcción de un inmenso dique de 1.500 metros de largo, 30 de ancho y 4 de alto, destinado a proteger al pueblo de otra ruptura del depósito.

Para luchar contra la contaminación de dicho lodo, un helicóptero especial ha arrojado desde el aire yeso sobre el río Marcal, un afluente del Danubio, para neutralizar el "barro rojo" que había llegado hasta sus aguas, durante los días posteriores al escape de lodo.

Desde Greenpeace, se ha pedido precaución para que las tareas de limpieza no causen aún más daños. Aún no se sabe qué efecto tendrán las sustancias que se usan para neutralizar los tóxicos derramados. Ambientalistas alzan la voz de alerta ante la posibilidad de que se repita un derrame tóxico como el de Kolontar, que dejó nueve personas muertas. Sostienen que la decrépita planta de Almasfuzito es un peligro latente. Un nuevo derrame tóxico podría producirse en Hungría, específicamente en el pueblo de Almasfuzito, localizado a 80 kilómetros de la capital Budapest.

La limpieza y la retirada de tierra contaminada de los campos de cultivo llevará al menos un año, dada la extensión del vertido, que afectó a 40 kilómetros cuadrados.

Semanas tras el sesastre, el valor PH en el río Raba, que desemboca en el Danubio, era de 9, ligeramente superior al máximo tolerable de 8, mientras que en el Danubio, a la altura de Komaron, esa medida de acidez se situaba en 8, según datos de Protección civil.

Fuentes de la organización WWF-Adena aseguran que en el río Marcal "ha muerto toda forma de vida" y han advertido de que la región tardará años en recuperarse.

fuente: agua.org.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha asegurado que los afectados serán indemnizados y anunció que se abrirá una investigación para aclarar los detalles de la catástrofe ambiental, agregando que pudo deberse a un error humano y que no había indicios de que se debiera a causas naturales

Sin embargo, la empresa MAL Zrt, dueña de la represa, ha calificado lo sucedido de "catástrofe meteorológica", al achacar la rotura de la balsa a las fuertes lluvias.

El tribunal de la ciudad de Veszprém ha embargado los inmuebles de dos directivos de la empresa MAL. Mientras, György Magyar, el abogado de los habitantes de Kolontár y Devecser, las dos localidades más afectadas por el vertido de lodo tóxico, indicó que MAL pagará "varias decenas de millones de forintos" (10 millones de forintos equivalen a 36.000 euros) a cada familia de las 10 víctimas de la riada.

El presidente de la compañía, Lajos Tolnay, ha confirmado el pago de estas indemnizaciones y ha asegurado que no fue posible prevenir el desastre

MAL tendrá que mejorar sus sistema de almacenamiento de residuos tóxicos para evitar nuevos accidentes, proceso que se aplicará a otras balsas en todo el país.

Respecto a la estabilidad de la balsa, las autoridades aseguran que no se han detectado nuevos desplazamientos en los muros.

"La tarea ahora es reforzar el muro y cerrar la rotura por donde se derramó el lodo tóxico", explicó Tímea Petróczi, portavoz de la Protección Civil.

Sin embargo, aún no se ha decidido qué técnica se empleará para taponar la grieta de la balsa, en la que siguen almacenados toneladas de lodos contaminantes.

En previsión de nuevas riadas, se ha construido un sistema de presas y diques a cuyo amparo viven ahora 6.000 personas.

Mientras las organizaciones ecologistas criticaban que el desastre se veía venir, el Gobierno húngaro actúo de forma contradictoria.

Pese al rápido despliegue del dispositivo de limpieza, los iniciales mensajes de tranquilidad fueron sustituidos por la alarma de que un segundo vertido era posible, lo que obligó a evacuar Kolontár.

A la amenaza de una nueva catástrofe se unió el riesgo de intoxicación debido al polvo en que se fue transformando el barro al secarse y que obligó a las autoridades a ordenar el uso de mascarillas.

Casi dos meses después de la catástrofe, la concentración de polvos tóxicos en el aire ha mejorado. Pese a ello, Zsolt Szegfalvi, presidente de Greenpeace en Hungría, apuntó que lo preocupante es que "los habitantes conocen los resultados (de los análisis) dos días después, con lo que se hace difícil la prevención".

"Por el momento no hay una situación de peligro, aunque no pensamos que sea algo muy saludable vivir allí", recalcó. De hecho, opinó que no se podrá retomar la actividad agrícola en dos años.

Como alternativa, un comité de científicos ha propuesto que se planten en la zona contaminada especies de árboles, como algunos tipos de álamos o sauces, capaces de neutralizar los residuos tóxicos.

Esos árboles serían luego empleados para producir biocarburantes y biomasa, tal como lo afirmó en Kolontár el secretario de estado para el Medio Ambiente, Zoltán Illés, en Kolontár.

En cualquier caso, los expertos ya advierten de que los habitantes de la región tendrán que cambiar su estilo de vida y olvidarse, de momento, del trabajo en el campo.

Aunque el Gobierno prometió una solución para todos los afectados, los vecinos de Devecser denunciaron a mediados de noviembre que las autoridades no habían cumplido su palabra.

Pocos días después, el Gobierno prometió que la indemnización cubrirá todos los daños, incluirá la construcción de viviendas y terminará de pagarse en 2011.

El alcalde de Kolontár, Károly Tili explicó, justo sobre el dique construido a un par de metros de la grieta por donde se derramó el lodo que "la construcción de los inmuebles se iniciará en febrero, para entregarlos en julio de 2011".

La mayoría de los habitantes de Kolontár ya ha decidido volver a sus hogares o a los nuevos construidos allí, pero en Devecser la mitad sigue vacilando y han pedido "tiempo para pensarlo".

Por el momento se desconoce el número exacto de personas que no quieren volver a sus hogares, ya que todavía se están analizando las condiciones de muchos inmuebles, pero Protección Civil informó de que había casi dos centenares de vecinos que no regresarán.

El gobierno, por su parte, ha ofrecido 700 inmuebles en diferentes partes del país para aquellos que decidan no volver a las dos localidades. 

Además, Tamás Toldi, alcalde de Devecser, dijo al portal informativo "Hirszerzo" que todavía debe solucionarse la situación de 30 personas cuyas viviendas se derrumbaron por la riada tóxica y que quieren volver a vivir allí.

La Unión Europea ha aprendido de la forma más dura que tener sobre el papel algunas de las leyes más exigentes del mundo en protección medioambiental no sirve a la hora de soportar muros de protección o evitar el desastre de mareas tóxicas. El reciente derrame de barro tóxico en Hungría, advierten los expertos, es tan sólo uno de los posibles desastres que acechan a Europa.

La ley exige a los Gobiernos de la UE que inspeccionen "instalaciones industriales y se aseguren de que cumplen una directiva europea relativa a la prevención y al control integrados de la contaminación que entró en vigor a principios de 2008, la IPPC.

La normativa nació después de que "actividades industriales y agrícolas con un gran potencial de contaminación” tuviesen un periodo de transición de ocho años para minimizar los residuos de su producción y aumentaran al máximo las medidas de seguridad”.

Pero las autoridades deberían de mirarse al espejo cuando señalan a los culpables, afirma Lucas Reijnders, profesor de Ciencias Medioambientales en la Universidad de Amsterdam. "Es muy hipócrita”, dice.

El accidente de Hungría es al menos parcialmente consecuencia del fracaso de los estados miembros al implementar y aplicar la ley, y también del fracaso de la Comisión por no tomar medidas contra los Gobiernos que la incumplen, sostiene Reijnders. Ellos "son realmente tan culpables como el propietario de la planta húngara”.

Los responsables de la empresa húngara han declarado que la planta había sido inspeccionada semanas antes del accidente. Sin embargo, imágenes captadas en junio por la empresa de fotografía aérea Interspect ponen en cuestión dicha evaluación. Interspect difundió tras el desastre una imagen en la que se aprecia cómo ya se estaba filtrando barro tóxico de la presa cuatro meses antes.

La de MAL podría ser tan solo una de las varias avalanchas mortales que amenazan Europa. Activistas medioambientales dicen que los países europeos del este son los que registran más desastres potenciales.

Según Reijnders, algunos estudios realizados tras la aprobación de la IPPC han detectado que muchos Gobiernos permiten que las empresas sigan violando las leyes medioambientales con aparente impunidad. "Se ha tardado 10 años en poner esto en marcha y todavía no pasa nada”, se lamenta. "Es absolutamente increíble”.

La directiva IPPC es tan solo una de las leyes que regulan los residuos tóxicos en la UE. Además de los avances legislativos para evitar los accidentes tóxicos, hay normativas para que "quien contamine, pague”. La directiva ELD sobre responsabilidad medioambiental, que debería de haber sido implementada por los estados miembros en abril de 2007, exige a las grandes compañías cubrir el coste de la limpieza del medio ambiente que han contaminado, y les sugiere que mantengan una reserva de dinero en previsión de dichos acontecimientos.

Sólo cuatro países han cumplido el plazo para traspasar dicha legislación: Italia, Letonia, Lituania y Hungría. Sin embargo, Reuters ha informado de que MAL únicamente tiene un seguro de responsabilidad por 20 millones de florines (unos 73.390 euros).

Aunque no sea por un margen ajustado, la UE en conjunto está sufriendo por su falta de preparación ante los desastres medioambientales.

Un estudio realizado el año pasado para la comisión de Medio Ambiente por la consultora holandesa Ecorys detectó seis grandes lagunas en la capacidad colectiva de la UE para trabajar en diversos escenarios, que van desde desastres meteorológicos o naturales hasta catástrofes provocadas por el hombre.

Incluyen entre las causas la falta de fondos para cubrir los gastos de transporte y despliegue de equipos de emergencia, tales como aviones antiincendios o equipos para el análisis de químicos. En algunos casos, los Gobiernos incluso carecen de capacidad para ordenar el despliegue de dichos recursos.

Las conclusiones de Ecorys sugieren trabajar más las opciones de cofinanciación, tales como que la Comisión Europea cubra el coste total del transporte y el despliegue de ayuda aportada por los países miembros, y hacer una mejor evaluación de las necesidades y capacidades de los estados.

El papel de coordinación del centro de control e información de la UE debería fortalecerse, según dicho informe, y los expertos deberían de estar dispuestos a ser llamados para su despliegue en un espacio de tiempo muy corto ante situaciones de emergencia.

Pero para cerrar las lagunas de modo que se afiance la "solidaridad europea” se necesita una "reforma profunda”, concluye Ecorys.

El comisario de Medio Ambiente Janez Potocnik será probablemente una de las fuerzas impulsoras de esa reforma necesaria. Tras una reciente reunión en la que el ministro del ramo húngaro informó a sus 26 colegas sobre la marea de barro rojo, Potocnik dijo que "obviamente algo ha ido mal” en el caso de Hungría y que las autoridades deben de tomar medidas.

"No se trata solamente de tener una legislación europea”, afirmó Potocnik, "sino de implementarla y aplicarla”. Según el comisario "la lección más importante del vertido de Hungría es que el coste de prevenir accidentes como este es insignificante cuando se pierden vidas y cuando se comparan a los costes económicos y medioambientales de la recuperación”.

Lucas Reijnders apunta que hay estudios que demuestran que el coste de manejar debidamente los residuos mineros supone entre el 1% y el 2% de los costes totales de una compañía, algo que "no haría perder competitividad a la industria europea”.

Hungría asumirá en enero la presidencia semestral rotatoria de la UE, lo que le dará una oportunidad para avanzar en la preparación ante los desastres.

"Creo que han aprendido la lección, porque ha sido un enorme desastre para Hungría. Espero que actúen en consecuencia y hagan que toda la UE aplique estas leyes”, opina Lucas Reijnders.